Pongamos que hablo de Madina



Imaginemos un Presidente.

Pongamos que haya nacido en democracia. Que sea de una generación que tiene más futuro que pasado.

Pongamos que sea de la periferia. Es más, puestos a pedir, que sea de Bilbao. Euskaldún. Y del Athletic.

Pongamos que aunque joven, haya sufrido tanto que en su casa se hizo de noche. O que se madre muriera de pena. Y pongamos que las cicatrices no acaben en desprecio, sino en perdón.

Pongamos que tenga estudios. Que haya cursado un máster en relaciones internacionales, que haya sido profesor visitante y que ejerza como profesor en una universidad. Pongamos que hable idiomas, y que no vea nada excepcional en ello.

Pongamos que sea socialdemócrata. Que sea radicalmente socialdemócrata. Que ataque con firmeza la ofensiva neoliberal. Que tenga ideas nuevas. Y posibles. Y necesarias.

Pongamos que crea en los partidos, pero no demasiado. Pongamos que crea que el cambio empieza en el modelo, pero que no hay cambio sin modelo. Pongamos que apuesta por una revolución democrática interna: Un militante, un voto.

Pongamos que use las redes con naturalidad, que sea un político 2.0, de esos que creen que otra política es posible. Pongamos que en su twitter se hable de libros, de música, del mundo, de su barrio. Pongamos que twitea en voz baja.

Pongamos que haya nacido para ser puente. El puente entre naciones que se alejan. El puente entre generaciones que se olvidan. El puente entre políticas que se excluyen. El puente entre los que necesitan y los que pueden.

Pongamos que hablo de Madina.

Comentaris

Anònim ha dit…
Supongamos que ya de paso se deja de llamar socialista y se llama socialdemocrata, seria un avance en su credibilidad.
Desesperada ha dit…
Supongamos que, aparte de todo esto, prometa hacer referéndum sobre si democracia o república, que calle las bocas de los anteriores presidentes y secretarios generales socialistas.
Toy folloso ha dit…
Defino como curioso este tu post, que refiero a los esforzados lectores de mi blog.

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